Esta propuesta parte de trabajar en un espacio con una historia romana, medieval, pero también con una aproximación cónsona con la modernidad, con lo contemporáneo. Se rompe el orden controlado del claustro girando la planta sobre su eje central, intentando dejar restos de presencia de lo existente pero planteando una nueva dinámica al lugar. Se propone separar o aislar la planta de sus caras rígidas con unos canales de desagües como elementos del paisaje. Aparecen los parterres de piedra, componente clave de los jardines de la época, ya convertidos en un elemento escultórico que busca enfatizar los caminos de piedra y los cuatro cuadrantes del jardín. Es una manera de reflejar la dureza de la piedra y su presencia en toda la ciudad de Lugo. Sus caras dan forma a largos bancos que invitan a permanecer y disfrutar del silencio del lugar Los lechos de flores aparecen dentro de las aberturas del parterre, imitando los bordes formales de las especies perennes que se utilizaban para protección de las mismas. Así como el museo presenta en su itinerario distintos eventos, las flores tendrán su itinerario de colección, dando la oportunidad de reflejar el verano o el invierno, días festivos como la navidad o la semana santa o San Froilán.